sábado, 29 de septiembre de 2007

Del corazón no vamos a morirnos

Si sos de River y estás leyendo estas líneas, te felicito: vivirás por mucho tiempo. Si no te moriste anoche, hermano, tu salud es a prueba de balas. Dios envió a Falcao para salvarnos del infierno que era el Monumental, con un desfile de insultos, producto del dolor, del que no zafaba nadie: que se vayan todos, que se vayan todos, bramaba la bronca. .

> El festejo de Radamel: hizo el 1º, el 2º y el 4º del delirio.
Tremenda era la desilusión. Otra vez afuera. Otra vez fallamos. Otra vez Passarella fracasa en primera ronda... Pero los brasileños quisieron cancherearla, no lo definieron, nos dieron una vida más. Y con nueve los metimos en un arco. Con huevos más que con fútbol, con el corazón, jugándose la vida, tirándose de cabeza hasta para ir a buscar la pelota que el arquero brasileño se negaba a poner en juego una y otra vez. Carrizo atacaba, Nico Domingo es un gallina de huevos de oro, Ortega corría con el alma, ya no tenía las piernas del PT, en el que tuvo la goleada en sus pies y falló. Cuando no tenía que fallar, no falló, dio la cara. Belluschi, Abelairas poniendo como nunca se lo vio... Si jugáramos así siempre... ¿Por qué hay que esperar a estar en la cornisa? Mirá si le jugábamos así a Tigre... Ya está, no valen los reproches, sólo la alegría, el abrazo interminable con tus mejores amigos y tus mejores desconocidos, saber que viviste una noche histórica. River, no se puede vivir así. Pero qué bien se vive.